Pirofobia

22 marzo 2010


Cuando la ardiente cerilla se acercó, la hoja de papel sufrió un ataque de Parkinson. Al rozarle, un cosquilleo de intensa pimienta le recorrió una de sus esquinas. Su blanco vestido se tiñó de gris a negro en segundos. La llama la desnudó a mordiscos, escupiendo al viento sus apolillados restos.


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5 comentarios:

DANIEL SÁNCHEZ BONET dijo...

una melodía para los sentidos.

Debo de reconocer que dentro de los límites del género del microrrelato me llama la atención este tipo de microrrelatos que sin tener un final de impacto como suele ser imprescindible normalmente y que sirve en parte de para definir y delimitar el género, puedan tener la misma fuerza que esos otros.

Ayer discutía con un profesor sobre este hecho y no logramos ponernos de acuerdo.

Yo le argumenté que un microrrelato debe sugerir una reacción en el lector de impacto, pero que ese impacto puede producirse también con la simple belleza de las palabras, un manejo que requiere mucha precisión y talento como es tu caso con este texto.

Él, se quedó pensativo. Creo que le convencí.

Me gustó mucho el microrrelato.

David Moreno dijo...

Soy de los que piensa que un microrrelato no sólo es bueno si sorprende, si tiene un buen giro final... A veces sí, pero no es imprescindible, como en este caso.

Un saludo indio

Our dijo...

Muy bueno este microrelato, me parece que has sabido sacar la esencia completa de todo lo que querias decir, ademas, has sabido transmitirnoslo a nosotros.

César Socorro dijo...

Muchas gracias por vuestros comentarios. Un tema candente, el definir que es un microrrelato; esta labor la dejo a los eruditos. Pero está claro que siendo algo así como un subgénero narrativo, cuyo padre es el cuento, cuenta con la estructura de principio, nudo y desenlace (abierto o cerrado). Quizás en este último punto está la clave del asunto, qué clase de final debe tener un microrrelato. El impacto de un cuento se mide como en palabras de un afamado escritor en que “el cuento gana por k. o.”. En este sentido, podríamos decir que un buen micro obtiene la victoria mucho antes del comienzo de la batalla; con un solo impacto, un directo en el primer movimiento. Sin este efecto, no se alcanza el objetivo. Bueno es mi modesta opinión.

Lunática dijo...

He sentido el miedo de esa hoja de papel... Muy bien escrito: veo que has aprendido a sostener la mirada :)
¡Enhorabuena!

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