Junto a la puerta unas botas embarradas. El rastro de pisadas retrocedía hasta un montículo de tierra junto a las acacias. Sin necesidad de dotes adivinatorias, intuí qué se ocultaba bajo la superficie; pues había presenciado ese espectáculo muchas veces. Entré en la casa, subí las escaleras e irrumpí en su cuarto. Él, tirado sobre la alfombra con el rostro cubierto de lágrimas, sollozó: “Papá, mi juguete nuevo ha muerto”.
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6 comentarios:
Y le dio descanso...
Saluditos de la chica.
Me encantó el relato; atrapaste toda la magia del cuento corto, pocas líneas y mucho que imaginar.
Felicidades
Arturo Palavicini
Me he estado topando con muy buenos microrrelatos hoy, y el tuyo no se escapa. Bien, realmente bueno.
Saludos
Me ha gustado...¿Y si pudiera retroceder? Otra magia...
ESTAS CONVOCADO AL ...
HALLOBLOGWEEN
Qué buen relato y que triste para el pequeño.
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